Ay, doña Telma, ¡tan vieja y tan loca! Lo dicen sus vecinos. Lo murmuran sus parientes. Y ella lo sabe
y sonríe. Sus tres hijos ríen, porque a ellos sus amigos también los llaman “locos”. Y no solo locos, sino
que “extraterrestres”. Se ganaron eso por creer en “los guías” y en la Gran Hermandad y en un
proyecto cósmico que inició cuando el tiempo era nuevo y en tres universos que coexisten como si se
tratara de muñecas matrioska.
Usan cristales de celsio y oran para “enviar luz” al mundo. Forman parte de la Misión Humanidad
Rahma y, según dicen, son los encargados de mantener contacto con seres de otros planetas. No
importa si los aliens vienen de Venus (a la vuelta de la esquina) o de la lejana constelación de Orión.
Además, están trabajando para evitar que la humanidad camine hacia la autodestrucción.
En casa de Telma Bojorge, administradora de empresas jubilada, es natural hablar de la luz, la
conciencia, el amor, la rencarnación, los guías extraterrestres, los contactos y la energía. Temas que,
al parecer, solo un Rahma entiende.
Los grupos se reúnen semanalmente para compartir información obtenida en sus contactos con
alienígenas y programar expediciones. Esta misión tiene nueve miembros en Managua, 12 en
Matagalpa y 32 en Siuna. Se fundó en el año 1990 de “nuestros tiempos”, cuando los Rahma de
Nueva York, Estados Unidos, vinieron a Nicaragua para hacer la convocatoria.
Al llamado acudió Bojorge. Y también Eduardo Salgado, que había estado esperando ese momento
desde los 13 años.
Su primer encuentro con los “hermanos mayores” ocurrió en una noche sin Luna, recuerda Salgado.
Allí, en algún punto entre El Naranjo y Matiguás, en Matagalpa. Era 1972 y estaba cuidando un
camión, medio ahogado por el calor y el miedo, cuando una claridad intensa, que no proyectaba
sombras, se extendió en una circunferencia de 30 metros.
“Me atreví a mirar hacia arriba y pude observar un objeto discoidal que pulsaba luz dorada y que
giraba sobre su propio eje, tenía luces multicolores: naranja, azul, verde y rosado. De su base central
bajaba un rayo de luz dorada”, narra en su libro El contacto del cielo a la Tierra y el año 2012 ,
publicado a mediados del 2011.
Pero tuvieron que pasar más de 20 años para que volviera a ser “contactado”. Fue hasta 1994 —
cuando ya era capitán en el Ejército de Nicaragua— que conoció a Sampiac, un ser que proviene de
Venus y “es de mediana estatura, tiene piel rosada y tersa y usa traje de buzo, plateado, con la estrella
de David en dorado y botas negras que llegaban hasta sus pantorrillas”. Y un año más tarde se
encontró con Oxalc, un alien que viene de Mortem; es decir, Ganímedes, la Luna más grande de
Júpiter.
Oxalc se parece mucho a Sampiac —incluso usa el mismo tipo de buzo plateado— y tiene el cabello
blanco y lacio. Salgado jura que el extraterrestre lo teletransportó a las costas del Caribe, en Costa
Rica, frente a la base submarina alienígena Orquex, para explicarle el uso de “unos cristales en forma
de diamante que palpitaban como un corazón”.
¿Será todo eso realidad o simple fantasía? Dios lo sabe. Sin embargo, célebres científicos del mundo
—del este, de la Tierra— han afirmado que la lógica más elemental apunta a que los seres humanos
no podemos estar solos en un universo donde se estima existen más de cien mil millones de galaxias.
La ciencia
Uno de esos científicos es el astrofísico británico Stephen Hawking, que dedicó su vida a estudiar el
universo e incluso ha advertido que la humanidad debe evitar tener contacto con los extraterrestres,
porque existe el riesgo de que intenten colonizarnos, como lo hicieron los españoles al encontrarse
con las civilizaciones de América.
Ante los planteamientos de Hawking, otros hombres de ciencia han declarado que no existe
posibilidad alguna de una invasión alienígena, por mucho que eso nos quieran hacer creer las
producciones de Hollywood.
Es más, si una civilización pudiera tener contacto con la Tierra tendría que estar cientos o miles de
años más desarrollada que la nuestra y es casi seguro que ya haya podido resolver todos esos
problemas que nosotros tenemos, opina David Morrison, director del Centro de Investigaciones Carl
Sagan, de la NASA.
Los extraterrestres “hermanos mayores” de los Rahma están, precisamente, mucho más avanzados
física y mentalmente que nosotros los seres humanos. “Vienen de la sexta dimensión”, apunta Ignacio
Sediles, pequeñito y rubio, otro miembro de la misión.
Lucecitas en el cielo
A comienzos de 2007, Luis López Nazario y Ramón Dávila, quienes trabajaban en la construcción del
Hotel Gran Pacific, lograron que un equipo del noticiero televisivo Multinoticias se trasladara a la playa
de Villa El Carmen, municipio de Managua, para filmar un montón de lucecitas que se encendían,
giraban, se dividían y se apagaban con un gran destello en el cielo.
Habían estado insistiendo durante seis meses; pero sus continuas llamadas telefónicas tuvieron éxito
hasta que enviaron un vídeo en el que aparecían los Objetos Voladores No Identificados (OVNIS).
El periodista José Miguel Fonseca, con ayuda del camarógrafo Guillermo Torres —como se publicó
en la revista Magazine del 17 de junio del 2007— realizó un reportaje de ocho minutos que se
transmitió en Multinoticias Y fue él quien mostró el vídeo al científico nicaragüense Jaime Incer
Barquero, que al ver las lucecitas solo pudo decir: “Definitivamente no estábamos solos en el
universo”.
En archivos de periódicos hay registro de algunos avistamientos en el barrio El Domingazo, de
Granada, la Isla de Ometepe y la Laguna de Apoyo. “No estamos solos. Yo no creo en los
extraterrestres. Estoy seguro de que existen”, afirma Erick Navarro, el hijo menor de Telma Bojorge.
Un músico melenudo de 31 años que asegura estar en Rahma no solo por fe, sino por ciencia.
Así son “los guías”
Parece ser que solo un Rahma entiende a otro Rahma. Con frecuencia la gente los llama “locos”, y
debido a esa intolerancia, Delmi Reyes Suárez fue blanco de burlas en el colegio de monjas en que
estudiaron ella y su hermana gemela. Todo por compartir las creencias de su madre, Delmi Suárez.
Ambas se retiraron de la misión hace dos años para pasar a formar parte de una fundación.
Cada uno los miembros de Rahma ha tenido su propia forma de “contacto”. Salgado vio una nave con
forma de disco, Bojorge “atravesó el túnel” cuando al parir a Erick “murió clínicamente”; y Rodolfo
Marchena vio un objeto “con forma de huevo”, plateado, suspendido justo sobre su cabeza. Tenía 12
años y a partir de entonces se dedicó a observar el cielo, en espera de una nueva revelación.
Ahora tienen “contactos” en cada misión. Generalmente los acompañan compañeros de Honduras, El
Salvador, México o Perú y los escoltan nubes de hambrientos mosquitos. Se internan en la reserva
Indio Maíz o viajan a la Mosquitia, donde supuestamente está la subterránea Ciudad Blanca y el Disco
del Sol.
Existen los extraterrestres, sí, pero también los intraterrestres que conforman la Gran Hermandad
Blanca. El volcán Momotombo, de acuerdo con los Rahma, vendría a ser el conducto recién
inaugurado que comunica con Ciudad Blanca.
—¿Estos seres vienen de abajo? ¿de debajo de la tierra?
—(Salgado ríe). No, no. Ahí han establecido sus galerías. Lugares sagrados de retiro, ahí es donde se
guarda mucha de la información que se ha recibido en los últimos tiempos.
—¿Dónde están esos sitios?
—En diferentes lugares. Aquí en Río Indio, en Ciudad Blanca, en Paititi o El Dorado (Perú), Monte
Shasta (California) y la Antártida.
Así de complicados son los caminos de estos extra e intraterrestres, que parecieran salidos de un
libro del escritor francés Julio Verne, un visionario del siglo XIX, que para algunos tenía contacto con
seres de otros planetas y de ellos obtuvo muchas revelaciones. Viaje al centro de la Tierra , un libro
que describe el mundo debajo del mundo, se asemeja mucho a lo que los Rahma intentan describir.
Pero la cosa no acaba ahí. Los aliens también están divididos en razas. Tres, para ser exactos.
“Humanoides, felinoides y reptiloides, que no necesariamente parecen culebras”, explica Salgado.
—¿Los humanoides se parecen a nosotros?
—Cuidado son mucho más perfectos.
—¿Tienen manos, pies...?
—Cabeza, tronco, extremidades. Nada es diferente. Los de Venus tienen un poco más alargadas las
orejas. Diríamos que son ángeles. Pero no creás que solo bonitos hay. Es como aquí que habemos,
altos, delgados, gordos...
—Y los reptiloides son como... ¿lagartos?
—(Ríe) No necesariamente. Parecen humanos, pero tienen en alguna medida, escamas. No tienen
orejas, sino orificios, su boca es bien pequeña, su nariz también, un poco alargadita, entonces tiran un
poco como a reptil.
—¿Entonces los felinoides parecen gatos?
—Tienen facciones, sí se parecen al felino, pero no necesariamente son peludos.
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